miércoles, 11 de abril de 2007

Derritiendo parafína se decretó el exilio (Nicolás Gramajo)

Niña, no te asustes
que ya está por amanecer.
Olvídate de las bocinas,
las computadoras, la contaminación.

A tres horas de haber cerrado
el último bar con olor a confianza
y cinco (o seis) cervezas después
(donde aún permanecíamos,
derritiendo parafina del lado de afuera),
se decretó un exilio hacia la playa.

Deja de pensar en agendas,
relojes, y gente que camina cabeza agacha,
toma esta imagen del mar
levemente iluminado por la luna
como velador,
llena tus pulmones de este aire
para llevar un poco
a la gris jungla de cemento.
Llénate de esta música
de grillos, olas y viento.

El cielo comienza a hacer uso
de su paleta de colores
llenándose de rozados, violetas,
celestes (escuela), amarillos
y muchas pastas más.
Todavía queda alguna estrella
visible al oeste
y los primeros pescadores
salen a desenredar sus redes
con los ojos entrecerrados y un poco de resaca.

El cielo comienza a disolver
algunos de esos colores,
pero sin perder su magia,
y el sol,
más grande que de costumbre
termina de salir de la cuna del mar
parcialmente oculto detrás de alguna pequeña nube
matizada en cientos de gamas.

1 comentario:

Mati dijo...

Tus trabajos están bárbaros nico... pero este en particular me encanta... cuando tengo ganas de recordar un hermoso lugar es sólo cuestión de leerlo y estoy ahí... bueno disculpa por las choteras que digo... un beso... cuídate!