viernes, 27 de abril de 2007

Cronología de un trauma (Nicolás Gramajo)

Su mano sutilmente se posó bajo su nalga con un poco de miedo a lo desconocido y esbozó una sonrisa como la de un niño al recibir un regalo el día de su cumpleaños, o ver los regalos al costado de los zapatos, bajo el pino artificial (que pide a gritos una renovación de chirimbolos y guirnaldas, además de las luces que alguna vez fueron intermitentes). Esos regalos brillantes envueltos en un papel plateado que ya lo había alegrado en un par de ocasiones anteriores (aunque el no lo note)
Ese glúteo, celulitoso, un poco arrugado y desnudo, le pareció la imagen más excitante que ha visto en su corta vida.
Sus dedos sudorosos quisieron tomar cada detalle de ese instante tan breve como la brevedad y desearon que durara lo más posible, para luego poder recordarla y sentirla al llegar a hundirse en su ya apozado colchón.
La voz grave y experiente oculta bajo un nombre artístico no se dejó conmover por las finas cuerdas vocales del chico y tasó a su discreción cada parte de su ya reseca y gruesa piel, como queriendo intimidarlo, o por su simple ingenuidad a la hora de negociar.
Sus pechos, poco turgentes y mirando hacia abajo, eran levemente cubiertos por un sutién de mala calidad, lavado demasiadas veces, prácticamente transparente y con algún remiendo, pero a pesar de todo lo llamaban, decaídos y un poco estriosos, dando parte de que ya habían vivido lo suficiente, posaban para una fotografía de almanaque en su cabeza un poco infantil, que todavía no se decidía si mirar dibujos animados o películas de esas que los chicos de su edad miraban encerrados en su cuarto y en mute.
Esos cabellos que alguna vez fueron morochos y otras veces rubios hacía un par de semanas estaban pidiendo un poco de tinta, una decisión, en las puntas un amarillo mas ocre que amarillo y en las raíces un negro que a su vez disimulaba alguna que otra cana, seco, muerto, sin vida alguna, parecería que ya cumplió con su razón de ser, su función y está entregado. La tinta barata y la grasa del sudor casi permanente lo ha hecho retorcerse y quebrarse.
Los labios rara vez besados parecían cuarteados, ásperos y gruesos formaban parte de un conjunto de aproximadamente cincuenta veranos y cincuenta y una primaveras.
Tembloroso introdujo su mano en el bolsillo del cardigan tejido poco tiempo atrás por su madre, con pelusa y papeles de caramelos y sacó todo su abultado capital de monedas y billetes de poco valor, ahorrados para alguna ocasión especial de su merienda y muy dificultosamente contó peso a peso su fortuna y arrendó un pequeño fragmento de la tierra prometida por aproximadamente siete minutos y medio.
Al otro día despertó no tan temprano como todas las mañanas creyendo haber conocido al amor de su vida, la madre de sus hijos, futura cuñada de su hermano mayor (quien se la presentó), con el desayuno recién preparado por su madre, caliente, al costado de la cama cubierta por una colcha de Bob esponja y descubrió dos pelos nuevos en la sombra de su bigote.

1 comentario:

santiago dijo...

sin palabras
lo mas asqueroso que he leido en mucho tiempo,... grande baudelaire contemporaneo

salute