sábado, 22 de noviembre de 2008

Pintó movida joven!!! "EL SOTANO"






bueno gente, pinto movida joven.


el sabado 29, en el museo regional de san carlos, 20 hs, entrada gratuita.



Se van a encontrar con textos de Martín Cedrés (ñapy), Nicolás Gramajo (quien les habla) y otros escritores jovenes invitados. tambien podran escuchar la muscia de Washington Plada (wally) y Fabian Curbelo, ademas de a presencia de Cecilia García pintando en vivo.



los esperamos a todos en "EL SOTANO", difundan y vayan.












martes, 2 de septiembre de 2008

Apología a la locura (Nicolás Gramajo)

Hoy he visto locos,
locos de la mente,
locos de soledad.

Locos de tristeza,
locos de hambre,
locos desorbitados.

Locos adictos,
locos de felicidad,
locos poetas y músicos.

Locos de aburrimiento,
locos del trabajo,
locos sexuales.

Hoy he visto locos,
de todos los tipos,
y una incontable masa de locos de mierda.

Montevideo, Buenos Aires, Hong Kong,
están llenos de locos.
Es un virus ya instalado la locura,

en todos y cada uno,
diferentes, si,
pero todos, de locos, tenemos un poco.

En otra cama (Nicolás Gramajo)

Tu cuerpo en otra cama,
si, es como si l pudiera ver,
en cada uno de mis portarretratos.
Tu cuerpo, piel, tripas, carnes,
sin alma, sin corazón,
con la cabeza en mi cama
o en cualquier otra.

Tu cuerpo en otra cama,
regalando suspiros, caricias y besos,
vacíos,
vacíos de pasado y de futuro,
solo un presente impresentable,
unas sábanas gastadas
donde nunca nadie durmió.

Un desalmado oportunista
bebe tu transpiración, brutalmente,
mientras yo la derramo,
por los ojos,
sazonando mi café.
Tu perfume impregnándose
en otras almohadas,
mientras todavía
no logro quitarlo de la mía.

Tu cuerpo en otra cama
es mi condena, mi pesadilla,
mi rutina,
sentir como juegan con tus piernas,
a la distancia, tibias.
Esa es mi pena, mi agonía.
Tu cuerpo en otra cama
No tan vacía
como en la que hoy intento dormir.

Beso y fuga (Nicolás Gramajo)

Hoy la muerte pasó por aquí,
en silencio, sin aviso.
Se acercaba cada vez más,
y a cada paso la veía más atractiva.

De repente me besó la mejilla,
lo mas cerca de la boca posible,
casi rozándola, y me sedujo,
por poco no me convence.

Me acarició la cara
y no sentí miedo,
estaba en un estado de entrega,
pero me atravesó y siguió.

Hoy le toco al de al lado,
hoy solo me guiñó un ojo,
pero ya conozco su cara
y dudo que tarde en volver.

Huyamos de aqui (Agustina Velázquez & Nicolás Gramajo)

Vayámonos hoy,
a donde nadie nos reconozca en la calle,
donde haya un mundo por hacer.
Vayámonos a un lugar al azar,
pequeño,
sin equipaje, sin pasado,
descalzos y desnudos.
Tristes y solitarios,
quemando la tristeza en el fuego,
felices, sin cansancio,
creando un mundo nuevo.
No necesitamos decirle a nadie,
nadie tiene que saberlo.
Vayamos por la orilla de algún río,
así nadie podrá seguir nuestras huellas.

Saquemos nuestras almas golpeadas de aquí,
vayamos tan lejos como sea necesario,
para que ya no duelan.
Llevemos tan solo
nuestros silencios
y nuestras palabras a tiempo.
El porvenir está por venir,
huyamos ya, engañémoslo.
Vayámonos lejos,
a un lugar donde la rutina
no nos aprisione,
un lugar vacío, para llenar.
Toma mi mano y volemos ahora,
que todavía es de noche,
antes que el sol se despierte
y caliente el asfalto.

miércoles, 30 de julio de 2008

Desnuda (Agustina Velázquez)

Quiero la soledad que me robaron ,cuando leyeron mi alma en decadencia,esa que fue cómplice de mis agonizantes noches ,corriendo sin sabor a nada ,olvidando hasta sentirme un despojo,esa que te espiaba desde lejos,que te hacía regalos sangrientos en un papel,quiero la soledad que encubría un cielo repleto de males ,quiero la soledad que estaba conmigo ,aun no estando tan sola,pero recibiendo estacas que me demostraban lo sola que estaba ,quiero esa complicidad entre telones ,que pasa por mis venas,que revela tu amor,tan puro ,tan mío,tan nuestro ..tan hipócrita ,tan desierto ,tan vacío,tan lleno de tu constante ausencia,de tu lejana presencia ,de mis defasajes,será que eres mi salvación ,o que quiero que me salves.Quiero esa soledad que enmantelaba un mundo de amor falso ,de presión ,de violencia,de excesos.Quiero esa soledad que me atomizaba con sábanas frías ,calientes,ajenas ,y mi cuerpo ahí,Esa soledad callada ,celebradora de mis huesos,La intimidad que perdí.

viernes, 25 de julio de 2008

Quien quemó las naves (Nicolás Gramajo)

Algo de tus labios
se quedo aquí, en los míos,
no se si el carmín
o algún trozo de piel seca,
pero como nunca,
te extraño.

También extraño el resto
de tu epidermis,
por donde mis dedos,
como rojos pies de hormiga,
caminaban piernas
hasta el fuego.

En tu cuello me colgaría,
compraría esas tierras,
pero ahora son inalcanzables,
yo mismo tapié esas puertas,
fui yo quien le puso las púas
a los alambres por los que ahora sangro.

Extraño tus manos sobre las mías,
tu abrazo en mi hueco,
tu desnudez en mi colchón,
pero esta vez fui yo
quien quemó las naves,
el suicida.

Hoy quiero girar el reloj de arena,
para atrás, a la inversa,
pero fui yo quien roció el veneno
en el plato por el que ahora agonizo.
Tu diste el “Buena suerte”
y yo el “Hasta luego”.

The wall (Nicolás Gramajo)

La cama se partió en dos,
una guillotina de hielo
cruelmente la cortó.
Sin nada que decir
y un millón de preguntas oprimidas
que no pueden salir.

Ambas partes miraron el techo,
y en las tablas húmedas
no encontraron más
que escapatorias y silencio.

En el aire q entraba del balcón
se van bailando
los sueños y las idas,
al son del mutismo.

Ni los pies se encuentran, sorprendidos,
en el desliz de un roce.
Es inviable trepar ese muro opaco
teniendo esa estaca en el pecho
que rápidamente lo desangra.

Eran dos soledades ya definitivas,
que solamente buscaban
correr sin destino ni mapas,
huir, volar lejos de allí,
sin fotos en el relicario,

aunque ese muro ya esté manchado,
y sus manos rotas
de intentos fallidos por escalar,
que siempre terminan en una
solitaria y dolorosa caída.

El suelo como utopía (Nicolás Gramajo)

Hoy soy invisible,
frío,
siento que puedo volar,
con mis negras o blancas alas.

Hoy se rompió la cadena
que me apresaba,
hoy el viento
sacude mis pelos y mi alma.

Hoy el suelo es una utopía,
atravieso la gente,
sin importarles.
Surco las calles,
por supuesto, solo.

Hoy, por primera vez,
ni me imagino vivo,
ya me acostumbré al espejo vacío,
a ya no querer despertarme.

Acá estoy,
mordiéndole las uñas y las carnes
a la soledad,
buscando en ella las respuestas.

Hoy no me vestí de gala
para esperar
a la muerte de mi muerte,
que ya llego y golpea mi puerta.

jueves, 24 de julio de 2008

Gárgolas en la noche (Nicolás Gramajo)

Cuando la luz de una vela
me encandile,
cuando el vapor caliente
empañe mis cristales,
se que vas a estar ahí,
pero no quiero que seas mis ojos,
sino que pongas los tuyos en mis orejas.

No quiero que corras delante de mí
cortando la maleza,
sino que me des el cuchillo,
me enseñes a usarlo.
Que me hagas señas
cuando la cera tape mis oídos
y no escuche las sirenas.

Cuando mi cabeza vaya en un riel
con la pared como único destino,
no te interpongas
ni la cubras de almohadones,
solo quiero que pienses en como levantarme,
y no dándome la mano,
sino poniendo un bastón al alcance de la mía.

Si no debo emprender esa carrera,
no me detengas,
lléname la ruta de obstáculos,
ponme mil trampas,
solo así me replantearé las cosas,
solo así asimilaré el dolor de las caídas
y odiaré el olor de mi propia sangre.

Y aunque a veces no parezca,
se que estás ahí cuando no te veo,
como una gárgola al asecho,
envuelto en el velo de la noche,
siguiendo cada movimiento,
con ti rifle cargado,
apuntando hacia mis piernas.

También sé de tu corazón de piedra,
resistente a mis desgarradores gritos,
de tu lengua en mis heridas mientras duermo.
Aunque no lo sepas, en el reflejo del lago,
he visto tus manos, listas al rescate,
de reojo he visto tu sombra,
escondida durante mi caída.
Y solo eso me salva.

Ghetto abandonado (Nicolás Gramajo)

Las botellas huecas
y las cenizas desparramadas
me confiesan que anduvo por aquí.
Me gusta hablar con ella
sin hablar,
el universal lenguaje del silencio.

Todavía quedan en mi suelo
negros harapos
de su traje de bruja.
Todavía quedan en mi suelo
lentejuelas blancas
de su traje de princesa.

Rojos pétalos cayeron del corazón
de su flor marchita,
dejando marcas de ausencia.
Y en la mesa,
escamas de su piel con branquias
por donde respira el alma.

A mi galera corazón
ya no le quedan
conejos no sorpresa,
a esta falsa emancipación
la faltan fundamentos y razón
y le sobran palabras.

Es el riesgo de caminar en la cornisa
lo sensual del caso,
colgar de un hilo de coser,
trepar andamios flojos
para alcanzar el cielo,
jugar al límite, sobre el filo de la navaja.

Es solo el eco de su voz
que aun retumba en la habitación,
ese perfume que se impregnó en las paredes,
esa copa llena
de negras lágrimas,
lo que me hizo dudar.

Uno puede arder sin fuego,
es como esculpir el aire de piedra
a mi lado en el colchón.
Una reincidente tribulación
ya instalada en le costado,
en el agujero de mi abrazo,
en esa espina coronaria
que cada día se entierra mas profundo.

Vértices (Nicolás Gramajo)

La vida, en sus vértices,
empuja.
La vida en sus vértices,
bombardea a preguntas,
agudiza los sentidos
y asfixia.

La vida, en sus vértices,
alucina en telarañas y polvo,
encuentra a la conciencia
y al recuerdo abrazados
en un mismo llanto.

La vida, en sus vértices,
no traga recurrentes mentiras.
De memoria conoce los escondites,
desdibuja los secretos
y desenmascara al payaso.

La vida, en sus vértices,
tiene voz de mujer,
profunda bajo el pentagrama,
dedos que van soltando hilos,
humedades mohosas.

La vida, en sus vértices,
tiene sombras,
sombras sin sombrero ni ropa,
artificiales sombras de uno mismo.
Espejos retrovisores y ojos en la nuca.

La vida, en sus vértices,
es un crepúsculo, un ocaso,
cada vez más silencioso,
donde los iracundos gritos
vana apagando sus voces y sus fuegos,
dejando tan solo ecos.

La vida, en sus vértices,
es un paréntesis olvidado,
la cara opaca del espejo,
una repetición,
un epílogo.

La vida, en sus vértices,
tiene duras y filosas aristas,
sangres rápidas y calientes,
tiene soledades
y un aire intoxicado de muerte.

Burbujas (Nicolás Gramajo)

Estábamos solos,
completamente solos los dos,
en medio de la multitud.

Estábamos en silencio
y rodeados de silencio,
entre gritos desgarradores y abrumadores bullicios.

Éramos invisibles,
puramente transparentes,
con cientos de ojos taladrando nuestras espaldas.

Estábamos quietos,
en un museo de cera,
mientras el vértigo nos rozaba con furia.

Estábamos calientes,
calientes y desnudos,
a muchos grados bajo cero.

Estábamos en paz,
en una paz real, verdadera,
codeando la mas macabra guerra.

Estábamos ebrios,
hasta la inconciencia ebrios,
en una lucidez plena.

Éramos uno,
fusionados, soldados,
en dos heterogéneas partes incompatibles.

Estábamos holgados de tiempo,
teníamos toda la noche,
abrazados a la cuenta regresiva de una bomba.

Éramos libres,
gozábamos de ese aire, de ese espacio,
con los grilletes surcando nuestras muñecas.

Éramos amor, amor del bueno,
hasta que las campanadas sonaron
y las burbujas se transformaron en calabazas.

Mudos y a sus pies (Nicolás Gramajo)

Nunca imaginó
que el amor era tan solo
un contrato de alquiler,
sin garantías.

Y ahora llora espesas lágrimas
que duelen en los ojos,
acariciando un apolillado portarretratos,
sabiendo lo irreversible del caso,
dictándole oraciones repetidas
a velas sudorosas.

Nunca imaginó ver,
mudos y a sus pies,
esos naipes que fueron torre,
esas piedras que fueron castillo,
esas fichas que fueron ajedrez.

martes, 13 de mayo de 2008

Fast food (Nicolás Gramajo)

Todos hemos muerto alguna vez
en lo profundo de un callejón,
todos hemos estado llenos
de moscas y gusanos comiéndonos,
lentamente.

Hemos vivido también,
hemos reído,
pero hemos muerto,
cientos y cientos de veces,

nos han lamido sin asco las heridas
y nos han mordido, con ganas,
arrancando carnes,
escupiéndolas más tarde.

Hemos comido sobras de las sobras,
hemos jugado al Solitario, acompañados,
fuimos fantasmas
bajo la luna metropolitana
y mas de una vez nos encandilamos
bajo multicolores luces.

Hicimos las paces,
lamimos lenguas ensangrentadas
rasgamos sabanas de seda,
luego, un duelo a muerte,
solo un sobreviviente
parado sobre el cuerpo frío y blanco,
blanco y tenso.

Plantamos cardos y alegrías
en nuestros portales,
delanteros y traseros.
Dejamos caramelos en el camino
para que la próxima victima
llegue dulce, ingenua,
y así, despiadadamente devorarla.

Hemos muerto y reencarnado,
consecutivamente,
matado y reanimado,
aleatoriamente,

y hoy, ni muertos ni vivos,
muertosvivos,
hemos quedado solos
y transparentes ante el espejo.

Tronos vacantes (Nicolás Gramajo)

Ya es tarde,
cerraré ventanas y postigos,
presiento que nadie
se precipitará a robarme el sueño,
al menos por esta noche.

Procuraré dormir,
rodeado por los escombros de mi vida,
revoloteando como duendes.
En un cofre, tras cadena y candado,
candado y cadena,
mi alegría sin trucos.

Ya sin esperanzas de
un timbre que estremezca el silencio,
que lo parta en dos,
un llamado, un grito,
un pedido de ayuda,
al menos una enfurecida blasfemia,
algo que me despabile.

Lleno de cadáveres postrados
en las paredes de la habitación,
paredes obligadas callar,
sin afinadisimos tacos
que estrujen las tablas del suelo
ni mariposas que apaguen el sádico despertador.

Con un pasado tatuado en nuestro tiempo,
indeleble,
con cicatrices ya cerradas
y heridas todavía abiertas,
en el tedio, el ocio
de la noche fría,
de la cama vacía,
del rojo trono, intacto.

Revolveré en mis sueños
por migajas de pan,
esperaré en la oscuridad, sigiloso,
a esa hada maldita,
que con sierras y motosierras,
palabra tras palabra me despedaza.

Principio de un adios (Inés)

Amaneciendo con la sensación
de haber sido perpetua en tus sueños,
intrascendente melodía
que con velocidad comienza a sonar
y un espejo malcriado que me refleja al despertar.
Queriendo recordar
las descargas de tu presencia,
la sonrisa que la vida nos regalo una madrugada
y una corona de princesa
que con el tiempo se ha empezado a oxidar.

Caminando por la cornisa
de nuestro mundo de cartón,
que con pureza un día supimos construir.
Llegando al principio del fin
enterrando el prototipo de un amor,
que ni la melancolía podría salvar.
Prefiero pensar que el azar
no jugo su mejor carta a creer
que traicionamos a nuestro propio amor,
que con dulzura, un día como hoy nos hizo feliz.
Quizás el tiempo responda a mis dudas,
quizás el olvido ya se empezó a robar
el néctar de nuestros besos,
el principio de nuestro adiós.

miércoles, 26 de marzo de 2008

Sabar [Paciencia] (Nicolás Gramajo)

Detente, separa tus parpados y pestañas,
mírame, guárdame en tu álbum,
busca en mis ojos las palabras
que solo ellos te sabrán decir.

Respuestas que no tengo
a preguntas que nunca me harías,
solo en mis ojos,
el lo profundo de ellos,
te verás reflejada.

Baja como un yo-yo
y vuelve a subir,
corre y detente,
para seguir corriendo.

Respira, toma bastante aire
que luego te hará falta,
párate en medio de la avenida,
y detén los coches.

Tomate un momento
para escuchar más allá de todo,
para encontrar ese segundo perfume
y ver eso que hay dentro de mis ojos.

Congela el tiempo,
para las balas,
abre tus ojos y los míos,
y mira más allá.

Hoy tenemos más tiempo
que el tiempo,
frena tu pulso acelerado,
dame tus manos,
déjame ver dentro de ti,
déjame buscar tu otro Yo,
tu Yo real.

Solo así podrás recordarme,
solo así podré recordarte
cuando esta noche termine
y no nos volvamos a ver.

Tanta libertad (Nicolás Gramajo)

Tengo tanta libertad
que este pensamiento
podría ser el último.
Podría abrirme de par en par las venas
y nadie me detendría.

Podría despojarme de ropas
y salir sin rumbo,
sin guía ni remordimiento.
Podría colgar de un hilo,
con los pies en el aire
y la lengua en el pecho.

En cuestión de segundos
podría desaparecer,
volar o tan solo quedarme quieto,
sin alguien de quien despedirme,
sin destinatario para mis últimas palabras,
sin velatorio ni réquiem.

Preferiría que me aten o me encierren,
porque aunque uno lucha
con garras y colmillos
en busca de la libertad,
el día que la encuentras,
más que nunca,
necesitas un límite, un punto.

Podría emborracharme hasta la cirrosis
sin tener que dar cuentas a nadie,
en silencio y solo,
sin un miserable clavel
sobre mi gris y desolada tumba.

Cuarta sinfonía de Mar en Fa # mayor (Nicolás Gramajo)

Fumaba y reía como loca.
se dejaba llevar,
la fiebre no bajaba,
y la arena atravesaba sus dedos
como fantasmas
atravesando paredes.

Piedras gastadas,
qué sin pasaporte trajo el mar,
de playas hermosas y lejanas.
Multicolores conchas y caracolas
hechas añicos,
hicieron de piso para su vuelo.

Pernoctando en secreto,
en silencio,
libre como pez libre.
Llamando, cantando,
cual sirena entre rocas
en el valle de sus piernas.

El aire sobraba,
salía a borbotones.
La piel se estremecía
y los músculos se endurecían.

Cuando volvieron en sí,
el sol los había encontrado,
dormidos y desnudos en la orilla
como los restos de un naufragio,
oxidados y cubiertos de arena.

ConFusión (Nicolás Gramajo)

El frío y el calor
chocan en un instante
como tormenta sin aviso,
lo profundo y lo frívolo,
la materia y la razón.

Lo instintivo y lo intuitivo,
el humo en el aire,
el río en el mar,
la guerra y la paz.
Se mezclan en un amargo cóctel fatal.

Dormida (Nicolás Gramajo)

Como una entelequia
su ser desnudo, frágil,
se sumerge en mi colchón.

La piel suave y tensa
recorre su cuerpo
como mis duros dedos.

Su delicado perfume innato
impregnándose en mis sábanas
y ese cuadro pintándose
en las paredes de mi recuerdo.

Por sus muslos relajados,
hormigueos,
y el corazón bombeando,
bombeando sangre hervida
a toda máquina.

Perfecta, exacta, dormida
con mi brazo de almohada,
descansa.

Con rasguños y mordiscos
la miro fascinado,
como a un espejismo.

Y la cama descansa a su par
mientras la mañana
trepa sigilosa la ventana.

Guitarra azul (Nicolás Gramajo)

De un momento a otro
escupió un buche,
tiró lo que quedaba en su vaso
y decidió irse.

Tomó sus escasas pertenencias
y partió en busca del paraíso,
ni en el cielo ni en su imaginario,
lo buscaba real, palpable.

Recorrió planetas y galaxias,
soles y agujeros negros,
hasta que años mas tarde lo encontró,
escondido, diminuto, recóndito.

Se encontró con gente,
pero en otro idioma,
otra lengua,
sin interpretes ni traductores.

Hasta el universal lenguaje de las señas
se tornaba insuficiente a veces,
¿cómo expresar un sentimiento
tan solo con las manos?

Quiso aprender,
quiso enseñar,
y no logró más
que una colección
de inútiles intentos fallidos.

Un día, ya rendido,
tomó su guitarra azul
y comenzó a tocarla,
triste a pesar del paraíso.

Poco a poco
vio lágrimas correr
acorde tras acorde,
vio gente reír hasta el alba.

Año tras año vivió,
sintió y amó,
en el paraíso,
donde las palabras y sentimientos
no eran más que melodías
como espejos del alma.

Afinadas cuerdas
resonando en corazones,
sueños en clave de sol
y su vida escrita
en una perfecta partitura.

sábado, 15 de marzo de 2008

El apagón (Nicolás Gramajo)

New York corría,
más veloz de lo que los ojos
humanos podían percibir,
una brisa, un poco de aire,
solo en el Central Park,
insuficiente pulmón
para tan grande New York.

Con su monumento a la libertad,
que algunos no supieron interpretar.
Con menos torres y mas miedo,
inventado.

Hasta que llegó el apagón,
la metrópolis se vistió de negro
por unos minutos,
luego los generadores se encendieron
y todo volvió a una provisoria normalidad,
los gritos fueron callando de a poco.

Días después, las reservas se agotaron,
los generadores ya no generaban,
y todo volvió al perfecto negro, oscuro,
volvieron los gritos, la desesperación,
niños tirándose de sus balcones
aferrados a sus videojuegos.

Esclavos, partes de la máquina,
se colgaron con los cables de sus ordenadores,
militares tiraban bombas al azar
por dos segundos de luz.
Los alocados coches colisionaban
uno tras otro a falta de semáforos.

Los que murieron, los que mataron
y los que se murieron,
en hilera desfilaban,
uno tras otro.

Políticos ahorcados con las cintas
de sus discursos,
sin salida, sin aduanas,
ni puertos ni aeropuertos.
Los que no callaron, enloquecieron,
animales de costumbres,
sin teléfonos,
ni gente con quien hablar,
el vecino era el más remoto desconocido.


New York deliró,
se suicidó,
no sabía vivir en silencio.
Sin embargo, en una plaza,
entre altos edificios,
un loco descubrió las estrellas,
la galaxia, las constelaciones,
y lloró, lloró de alegría,

¡eran de verdad!,
las estrellas no aparecían en películas,
lloró como un niño,
y cuando volvió la luz,
juntó sus cosas
y de un frío tajo
abrió sus venas de par en par.

Bajo el agua el silencio (Nicolás Gramajo)

Aturdido por los ruidos
de la gran cuidad,
cargó su bolso y se fue.
Donde los sapos no croan
y los grillos no cantan por las noches,
bajo el agua todo es
un mentiroso silencio.

Se desplomó pesado
como la piedra atada a su cintura,
se hundió como el hielo en el whisky,
siguiendo el mudo cantar
de alguna sirena perdida en la orilla.

Dejando su vaso por la mitad,
un verso a medias
y un par de notas
empapadas de tristeza y lágrimas.

Cobarde, egoísta, débil,
se fue tras la segunda ola,
en busca de Poseidón,
en busca de su paz,
de su agonía.

Tímido, temblando,
entró con la mente en blanco,
callado y solo,
sin mas testigos que los mismos peces,
que luego se regocijarán
con su carne muerta, blanda y salada.

Ya era tarde,
la cadena lo abrazaba fuertemente,
no había escapatoria y quiso huir.
Minutos que fueron horas,
hilos ya cortados, irreversibles,
candado sin llave ni magia,
peleando contra su propia decisión,
cazado en su propia trampa.

Y despertó sin cielo ni infierno,
solo grillos y sapos,
el sudor en su espalda y un nuevo plan.

Los guardianes de la biblioteca (Nicolás Gramajo)

-Buen día Diógenes- rutinario pero sentido y sincero saludo diario.
-Buen día Roberto- la respuesta de siempre, nada nuevo, lo mismo de hace diez perros años, aproximadamente.
-¿Cómo dormiste? ¿bien?-
-Si, bien; bah… bien, como siempre, ¿qué se yo?- contesta Diógenes, casi por inercia y para terminar el tema, suele levantarse de mal humor.
El día era gris, y Montevideo ya no estaba en ayunas, habían pasado unas horas del supuesto amanecer y los ojos hinchados.
-¿Sientes este aroma a humedad?- preguntó Roberto mientras hacía un royo con la frazada. Sin esperar respuesta prosiguió, -Cuándo yo era pibe, vivía a las afueras de Montevideo, en una casita bastante precaria pero acogedora, y los días como hoy, después de la lluvia, el olor a humedad era otra cosa, era olor a tierra mojada mezclado con el olor al horno de ladrillos donde trabajaba mi padre. ¡Que lindas épocas! Que rico que era ese olor, inolvidable. Como las escapadas a jugar en el barro con algún otro niño del barrio, sin permiso ni limites estrictamente establecidos.
Un poco dormido todavía, Diógenes escuchaba sin muchas ganas, solo por el respeto que se tenían, sin emitir ni un solo sonido.
-Lo que pasa es que todo era otra cosa para aquellos años –siguió Roberto-, la gente, las costumbres, todo.
-Che, “Negro”, ¿y si en vez de seguir poniéndote melancólico, te dejas de contarme historias que ya se de memoria y vas a buscar un poco de agua caliente?, te lo agradecería, tengo bastante frío. Mientras tanto voy despertando a Alonso.
-Dale, despiértalo, y saca un poco de yerba nueva de mi bolso para ponerle al mate.
Los estudiantes pasaban arqueados y los oficinistas y profesionales desfilaban sus trajes y corbatas por 18 de Julio, apoyándose en sus paraguas cerrados como bastones. Tristán Narvaja moría como río que desemboca al mar, los autos, las bocinas, la gente, atravesando la ciudad, apresurados, imparables.
Una gigante bola de ruidos que se tornan indescifrables por separado. Sirenas, bocinas, gritos, vehículos, maquinas, voces y campanas que opacan a los pájaros y al viento, haciéndolos imperceptibles.
-“Negro”, esto me está preocupando, le hablé, lo sacudí, y nada.- dijo Diógenes, con la voz entrecortada y con miedo.
-Lo que pasa es que tomó demasiado anoche. Se lo veía un poco triste ¿no?- sin dar espacio, sigue, -está cada día mas loco ¿no te parece?, esos libros se le subieron a la cabeza, pero no te preocupes, ya va a despertar, capaz que es peor si lo despertamos, quién sabe con que delirio nos puede salir.
Diógenes calla, lo mira unos segundos, con el ceño fruncido y un poco de desconfianza, y pregunta, -¿hace cuanto que está aquí? ¿un año? ¿dos años?, sinceramente no lo recuerdo, ¿tu sabes algo de su vida, su pasado?
-Eh… déjame pensar, -se toma unos segundos con la mirada perdida y sigue, -hace dos años que está aquí aproximadamente, y se muy poco de el. Se que estudió una carrera universitaria, de la que le faltaron un par de exámenes para recibirse; ahí fue que se casó con quien fue su esposa durante siete años, fundaron un negocio, les iba bien, y de un momento a otro ella lo corrió de la casa con lo puesto. Se encontró solo, sin amigos, ni esposa, sin comercio ni voluntad, sabes a que me refiero. ¿Juegas un ajedrez?
-Si, juego, pero esta vez arma tú el tablero y cuéntame como le dio este amor por los libros.
Roberto repite la mirada perdida y pensativa, y tras unos segundos, ya ordenando las fichas, -Mira, el llegó aquí con un libro grueso, amarillento y sin tapas, después de un tiempo creo que lo cambió por un par de libros más finos, y poco tiempo más tarde se volvió algo compulsivo, ya no comía, no hacía nada más que leer y hablarle a los monumentos de Cervantes y Sócrates. En sus locuras les habla de defender los libros, protegerlos de supuestos enemigos, hasta el punto de utilizar algunos como almohada y dormir abrazando otros. Durante un tiempo relativamente corto mantuvo charlas con aquel joven artiguense ¿lo recuerdas?, buena gente ese muchacho, se merecía algo mejor que esto, pero le vendieron la historia de que aquí conseguiría trabajo y eso, pero era mucho mas complicado de lo que pensó, además extrañaba a sus hijos. Mueves tu Diógenes.
-Si, lo recuerdo, y no me apures, déjame pensar. ¿Y por que no se consiguió otro trabajo, o termino la carrera Alonso?
-Y… no se, quedó muy mal después de la separación, quedó bastante loco y con el tiempo esa locura se le fue incrementando, lo que pasa es que la calle o te mata o te enloquece, es extremadamente difícil salir después…
Diógenes interrumpe bruscamente, -¡Jaque!, y contéstame una pregunta más ¿nosotros estamos en vísperas de morir o de enloquecernos?
-Vaya uno a saber mi querido, un poco de las dos, supongo.
-¿Y si vas a despertarlo?, ya es casi mediodía.
-Ya te gano y lo despierto.
-Imposible, ¡Jaque mate!, te gané otra vez Robertito, yo que tu sigo practicando. Y anda a despertarlo.
-Mierda. Voy a despertarlo y después salgo a buscar algo de comer.
-Eh… Diógenes… ven a ver, creo que no está respirando- su cara se transformó, era la de un niño extraviado en medio de una feria, un aire frío lo abrazó y le corrió por la espalda.
Sigiloso y con miedo Diógenes se acercó, lentamente. –No respira –confirmó -¿y ahora que hacemos?
-No se, desde que duermo acá nunca se había muerto nadie, no se que hacer, a quien avisarle. Pobre Alonso, debe haber sido el frío de anche.
-Avisa aquí, en la biblioteca, yo iré a buscar algún policía.

-¿Cómo que no está identificado? Se llama Alonso.
-¿Y su apellido?
-No lo se, pero debe tener algún documento, no es un hombre que haya vivido toda su vida en la calle, estudió, estuvo casado, tuvo un comercio, señor oficial.
-Pero entiéndame, no podemos hacer nada, como mucho estará unos días en la morgue esperando que alguien venga a reconocerlo, más que eso no podemos hacer.
-¿Y en el caso que nadie vaya a reconocerlo? ¿Qué sucedería?
-Y… sería un indocumentado, un anónimo, estaría en una morgue y posteriormente se utilizaría su cuerpo para experimentos y prácticas de estudiantes.
Un escalofrío cortó el aire, la idea de ver a Alonso siendo abierto para estudiarlo y luego tirarlo como un maniquí de plástico, revolvió su estómago y su mente, para Roberto, su presencia allí, aunque breve, fue trascendente, aunque fuese una amistad silenciosa y un poco fría se sentían bien sabiendo que el otro estaba allí, no podía dejarlo así y preguntó que era necesario para que fuese enterrado dignamente, en una tumba que llevase su nombre y la respuesta lo desalentó, le quitó toda esperanza, era demasiado dinero el que debía conseguir.
De pronto vio como Diógenes extrajo de su bolso un alto de billetes prolijamente ordenados y los puso sobre el banco, -no era más que un loco, pero tu lo querías, y creo que nadie se merece una muerte así, todos debemos tener donde caer muertos, donde descansar nuestro golpeado cuerpo cuando pasamos a mejor vida. Tómalo Roberto, él lo necesita más que yo, más que tu, más que nadie.

-Solo nos quedó su “Don Quijote de la Mancha”, su libro grueso, amarillento y sin tapas. Nunca lo cambió. ¡Que loco que estaba!
Un gris epitafio tallado en la piedra de su tumba decía:

“Querido Alonso,
amigo y guardián de las letras
entre Sócrates y Cervantes estarás,
luchando contra grandes molinos
con dientes y uñas.
Sé feliz en tu viaje,
Diógenes y Roberto”

-¡Cada vez estamos más solos, Diógenes!
-…Y más tristes…
-Que loco que estaba ese Alonso- dijo Roberto mientras le daba un hueso de comer a su flaco perro, Diógenes.

miércoles, 6 de febrero de 2008

Como quien muere dormido (Nicolás Gramajo)

Me voy, si, me voy,
pero me llevo conmigo
una gran colección de
noches, lunas, constelaciones,
amaneceres y besos,
en la puerta de tu casa.

Inolvidables noches
donde no nos decíamos
ni una sola palabra.
El cielo, tu y yo
en una silenciosa orgía.

Llegó la hora de partir,
sin emotivas despedidas
ni pesado equipaje,
un simple adiós.
Cargado solamente
de incontables imágenes
tatuadas en la retina,
para la eternidad.

Te dejo mis libros,
mis discos, mi ropa
y un millón de besos
para que me recuerdes
cada vez que abras tu biblioteca,
tu aparador, tu armario
o tu boca.
Ahí estaré, en tu memoria,
guardado en tus cajones
para cuando me quieras recordar.

No me pidas que te escriba,
no me pidas ni mi teléfono
ni me dirección,
me puedes encontrar cuando tu quieras,
entre el sístole y el diástoles
de tu corazón,
justo en la esquina de
las calles Recuerdo y Memoria.

Ahí estaré cuando me necesites,
cuando te sientas sola,
cuando te sientas triste
cuando no te puedas dormir
o cuando te seas feliz
y quieras brindar,
a toda hora.

Así que me voy,
apagando las velas
que ya salió el sol,
me voy, para no volver,
como quien muere dormido,
en un eterno silencio,
me voy, me voy,
me fui.

Dancing to the beat of jazz (Nicolás Gramajo)

So close to me
that i can hear your breath
although i can’t see you.
I can feell your shadow
behind me,
but when i turn back,
there is a whole lot of nothing.

In a dark corner,
avoiding the red lights,
i heard your voice in the next table,
but was just a saxophone’s whisper .
I see your sad eyes looking for something
in the middle of the emptyness,
but were just a pair of candles
burning the rest of my hopes.

With the smoke
dancing at the beat of jazz
i felt your smell on the beer.
And putting this napkin
in the pocket suiti go away,
as far as i can,
kicking little stones,
submerging in the deep, black night.

28800 ("Sancho Panza")

Sentado frente a mi tumbra de madera rectangular observo
blancos fantasmas deambulando frente a mi
no es el mal quien los hace seguir su rutina diaria
es la necesidad de más poder la que los empuja
blancas paredes me aprisionan, me encierran
se acercan hacia mi cada instante que pasa
cada segundo que muere a mi lado cae como un puñal en mi espalda
la ansiedad me gana y ya no puedo esperar a conocer el mundo
el exterior se ve tan fácil, tan disfrutable, tan lejano
y es que estoy dando mi tiempo a un fin que no lo vale
y es que estoy entregando mi juventud a gente que no lo valora
y es que la vida se me pasa mientras los chanchos se enriquecen
de nadie es la culpa, de nadie el error, es una vieja costumbre
tan odiosa, tan vulgar, obligacion de lo que no tienen
elección de los que le sobranes la vieja costumbre que nos martiriza en general
que dura mínimo ocho horas y se llama trabajar
sancho panza

sábado, 26 de enero de 2008

Ceja (Martín Cedrés)

adiós ceja
ahí te va esta voz
que se aleja con vos
adiós ceja

que tus piernas tiemblen lo demasiado
como para encontrarte incapaz
en la calle empedrada de malas compañías…
anda nomás

decí que con túnica
fuiste niño y aspirante
a la buena educación
decí que la blanca pasma

te sacudió los miembros
y te lanzó al túnel rojo de tus miradas
a la turba cuadra
de tus andanzas

andá ceja andá
perfílate con el humo
y tiembla demasiado
así la pena se acuerda

de que algún día
fuiste verdadero
y que no hubo faso
que no hubo

adiós ceja
ahí te va mi voz
olvídate del abrazo
no hay nada más para vos

viernes, 25 de enero de 2008

Verde (Nicolás Gramajo)

Verde como las notas
en la botella del náufrago,
verde como las poesías
en las paredes de la prisión.

Verde como un niño
en un orfanato,
verde como el amor,
como los sueños.

Verde como un carrera,
como el próximo libro,
verde como el día de mañana,
o los estómagos desnutridos.

Verde como la carta del exiliado,
como las putas en el cabaret,
verde como la familia de los desaparecidos,
como un niño en Navidad.

Verde como las caricias
en el vientre de una embarazada,
verde como la revolución,
como el llamado que nunca llegó.

Verde como las alianzas
y las noches de bodas,
verde como la ciencia
o cualquier religión.

Verde como un enfermo,
como un loco, o como yo;
todo se pinta de verde,
el último color que queda en mi paleta.

Blanca Margarita (Nicolás Gramajo)

Es amargo el polen amarillo
que llora la triste margarita
mientras se ve morir
adornando un florero,
con los pétalos arruados y recogidos,
queriendo así abrigar su centro,
como quien cuida un hijo.

Mirando hacia un costado,
viendo a sus hermanas morir
sin poder hacer nada,
sufriendo su impotencia
y viendo pasar las pilas del reloj
en la habitación desolada,
esperando su cercana
e inevitable muerte marrón,

mientras recuerda su pasado
en el jardín de las maravillas,
dándole los buenos días
al sol y la tierra,
a sus bichos y pestes,
alimentando abejas y picaflores
que osaban chuparle la sangre.

Prefería morir sola
o antes que las demás,
pero no quiere seguir cargando
con tanta muerte en sus ojos,
prefería morir inventando
la buena o mala fortuna
de un ingenuo enamorado,

pero no agachando la cabeza,
colmándose de pliegues,
suicidando su belleza
sin testamento ni legado,
sin descendencia ni fuerzas.

Caminar ("Sancho Panza")

Llegando a las dos décadas se pone a pensar
no encuentra el camino, la estrella que lo guíe
tiene miedo de avanzar, no sabe donde ni cuando
si el destino existe o es cuestión de azar

Su alma tiene muchas metas por lograr
tiene un puñado de ilusiones, mil confusiones
ronda la sombra del tedio y el miedo al fracaso
quien sabe por donde empezar a buscar?

Mirando el presente se para y empieza a observar
ya sabe que nada será fácil, no hay aciertos sin errores
tendrá que aprender a nadar en el lago del albedrío
hasta llegar a tierra firme y aprender a caminar

Cuestionario III (Nicolás Gramajo)

Una palmada en el hombro
y el ensordecedor chillido del silencio,
solo eso quedó de aquel pacto.

Nunca mas supe nada de ella
supongo que supo esquivar las balas.
que supo donde escondérsele al dolor.

Solo tres peguntas y dos respuestas,
la tercera se contestó sola,
una mirada al pasto y un gran mutismo.

Una supuesta verdad, con miedo,
una sutil y desgarradora mentira
y un afilado silencio que atravesó mis costillas.

Ese era todo el cargamento de mi mochila,
la que esperaba un largo viaje
sin paradas ni distracciones.

Sin un beso de despedida me fui,
caminando solo, por rutas ya transitadas
ahora llenas de pozos y desengaños,

mientras ella quedó esperando
el próximo tren que la deje frente a su puerta,
sin pena ni neuralgia.

Ahora ya no ("Sancho Panza")

Ahora no espero que llegue el tiempo del bienestar
Ya no comparto sólo las tardes de playas
Ahora no tengo que volver al pasado de vez en cuando
Ya no tengo en mi cabeza tiempo que perder
Ahora estoy feliz de saber que hay vida en la tierra
Ya no hay noches vacías ni soledad
Ahora no me importa si la lluvia me moja
Ya no tengo una vida que derrochar ni muertos en el placard
Ahora es el tiempo del hoy y del mañana
Ya no importa el pasado pisado

Ahora ya no hay vestigios de oscuridad
Ahora ya no tengo que vivir para los despilfarres

Ahora soy feliz

En la borra de mi café (Nicolás Gramajo)

Fue lindo verte de nuevo
rozándonos la punta de la nariz,
encontrar tus ojos en nuestra boca,
aunque no fueras tu,
aunque quizás no haya sido yo.

Ese instante que me hizo reír,
una superposición de imágenes
aparecieron en secuencia
ante mis ojos cuando creí no verte más,
despertando un recuerdo dormido
que ahora, intermitentemente aparece
para ocasionarme un temblor.

Solo un flash back,
una imagen en la borra de mi café,
como si siempre hubieras estado ahí,
esperando a salir, cuando menos me lo esperaba,
cuando menos te necesitaba,
una mezcla entre sueño y realidad.
Una mancha húmeda en mi diario
que tiñe al resto de las hojas.

Malena (Nicolás Gramajo)

Malena, niña Malena,
que me llenas el vaso con las poesías
en las que me embriago cada noche.

Malena, tu que más que cantarlo,
escribes el tango como ninguna,
que me lo bailas en tu fina cintura
y tu cara de niña, tu cara de ángel.

Malena, que en cada verso
pones más que todo tu corazón,
dejas tu alma entera palabra tras palabra,
que tus versos se escurren en mi alma
como la fina arena
que se escabulle entre mis dedos.

Malena, ¿Quién te sopla
tanta hermosura al oído?
¿en que pradera cosechas tantas flores bellas?

Sueña mi niña Malena,
sigue soñando,
píntame una sonrisa y una realidad fantástica,
escríbeme un soneto por cada angustia,
y otro por cada alegría.

Envuélveme, abrázame, acaríciame
y llévame volando con tus letras,
arrástrame por el piso
y levántame con tus melodías,
bésame los tímpanos con tus palabras
y hazme sangrar con tus lágrimas,
pero no te olvides mi pequeña Malena
de vivir tu propia vida,
de jugar tu propia partida,
de escribir tu propia historia.

domingo, 20 de enero de 2008

Adiós (Sabrina Pérez)

Despertaré sin tu mirada oculta entre mis sábanas,
Sin tus besos tatuados en mi cuello
Sin tu aroma impregnada en mi piel,
Sin el murmullo de un adiós fiel.
A partir de ese momento ,
el reloj marcará la hora de mi ser
nuevos sueños me guiarán,
el guión de la película cambiara.
Se estrenará una esperanza que no te nombra,
Una canción escrita por el presente
Ya no escribiré la nostalgia de tus besos,
Borraré de mi mapa todo recuerdo.
Me desato de este mal estar,
mis ojos vuelven a brillar
mis pasos no van tras tus pasos,
mi corazón no va en busca del pasado.
¡ Hoy! te libero de esta historia perdida,
ya no hay túnel sin salida,
respiro un aire que me motiva
¡ Hoy! no me doy por vencida.
Quiero sentir esa hermosa sensación,
Respirar aire lleno de amor
La vida te sorprende sin preguntar,

Es una buena oportunidad para volver amar.

Desorientada (Sabrina Pérez)

Tantas locuras inconscientes,
realizadas con un mismo fin
me envuelve el dolor de perder,
me abrazan las ganas de volver
Tantas esperanzas marchitas
se ocultan debajo de mi piel
en el espacio habita mi yo,
en el suelo, las huellas de este amor.
Tantas páginas en blanco,
hojas escritas por el llanto
el desencanto de tu voz,
opacó el espíritu del corazón.
Tantos caminos transitados,
un viajes insólito atemorizante
se pierde mi esencia, mi pensar
me hundo en el vacío, rescátame ya.
Tantas recetas para olvidar,
pero es imposible de realizar
sos la muerte mas agradable,
pero no me lleves , no me atrapes.
Tantas las heridas que no cicatrizan,
el milagro de vivir vuelve inesperadamente
pero mi sangre te nombra sin importar,
cuanta soledad siento al avanzar.
Tantas lágrimas que guardo en mi mirada,
el solo pensar en terminar algo ya acabado
hace que se consuma el silencio,
de tantas palabras.
Tantas copas llena de nada,
el sol se oculta, no hay luna amada
la lluvia al ritmo de mi llanto,
mojada por tanto engaño.