jueves, 24 de julio de 2008

Gárgolas en la noche (Nicolás Gramajo)

Cuando la luz de una vela
me encandile,
cuando el vapor caliente
empañe mis cristales,
se que vas a estar ahí,
pero no quiero que seas mis ojos,
sino que pongas los tuyos en mis orejas.

No quiero que corras delante de mí
cortando la maleza,
sino que me des el cuchillo,
me enseñes a usarlo.
Que me hagas señas
cuando la cera tape mis oídos
y no escuche las sirenas.

Cuando mi cabeza vaya en un riel
con la pared como único destino,
no te interpongas
ni la cubras de almohadones,
solo quiero que pienses en como levantarme,
y no dándome la mano,
sino poniendo un bastón al alcance de la mía.

Si no debo emprender esa carrera,
no me detengas,
lléname la ruta de obstáculos,
ponme mil trampas,
solo así me replantearé las cosas,
solo así asimilaré el dolor de las caídas
y odiaré el olor de mi propia sangre.

Y aunque a veces no parezca,
se que estás ahí cuando no te veo,
como una gárgola al asecho,
envuelto en el velo de la noche,
siguiendo cada movimiento,
con ti rifle cargado,
apuntando hacia mis piernas.

También sé de tu corazón de piedra,
resistente a mis desgarradores gritos,
de tu lengua en mis heridas mientras duermo.
Aunque no lo sepas, en el reflejo del lago,
he visto tus manos, listas al rescate,
de reojo he visto tu sombra,
escondida durante mi caída.
Y solo eso me salva.

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