sábado, 19 de mayo de 2007

Amnesia (Nicolás Gramajo)

Al salir del coma no me encontraba en el centro de tratamientos intensivos sino parado solo en el balcón de un segundo y a la vez ultimo piso, con un cigarro encendido al que le faltaba una mitad en una mano, una nube de humo en la boca, esta vez pensando en nada, y unas monedas en la otra resguardada en el bolsillo.
Mi camisa a cuadros remangada y desprendida. Parado bajo un árbol de hojas perennes y amarronadas que no me dificultaban ver el cielo gris, que a pesar de haber tormenta y ser de noche no estaba oscuro a causa del reflejo de las luces de la ciudad.
Muchísimo viento, relámpagos, truenos y una fina lluvia que aún no me mojaba, no lograban enfriar mi piel. Mientras las hojas volaban arbitrariamente, un antiguo y ruidoso automóvil pasó zigzagueando rápidamente entre la cortada línea blanca en medio de la calle, rompiendo el silencio.
Esta noche ha muerto la ciudad, imagino parejas felices mirando alguna comedia romántica en la televisión, jóvenes llenando sus interiores de alcohol, parejas de ancianos durmiendo espalda con espalda (tal vez en camas separadas) y una chica mirando a través de la ventana empañada de su apartamento, sola; pero todo entre las paredes y el techo.
La lluvia comienza a tornarse cada vez más fuerte hasta convertirse en diluvio, pero por alguna razón yo todavía no me mojaba. Esa soledad empezó a abrumarme y decidí que no quería ver más, ya era suficiente, y al cerrar la puerta de dos astas vi que sobre el filo de la mesa hacía equilibrio una taza de café vacía, con una diminuta capa de azúcar en el fondo que no se disolvió y me volvió a la cabeza la imagen de la chica parada en la ventana, solo que ahora me percaté de que usaba un pijama y tenía una taza de café caliente en su mano. Tal vez la conozca, tal vez ella a mi, pero creo que está un poco asustada por la tormenta.
Ahora que lo pienso, creo haberme dormido un jueves de noche, o más bien la madrugada del viernes, era feliz, tenía lo que quería, estaba rodeado de amigos y una novia que no se si alguna vez me quiso. El problema es que para ser el mes de marzo está demasiado frío, ¿hace cuanto tiempo estoy inconsciente?. Yo ya no luzco igual que a principios del dos mil seis, nada luce igual, creo haberme dormido en un balneario rochense y ahora no tengo ni la más remota idea donde carajo estoy, rodeado de edificios.
El caso es que levanté la vista y estaba la página en un perfecto blanco apenas dentro de la máquina de escribir casi escondida en un rincón de la habitación y supuse que escribiendo se iban a evacuar algunas dudas e iban a volver las cosas a mi memoria, datos esenciales como cuanto tiempo estuve adormecido, que ha pasado con mi pelo largo, que hago acá o quien se tomó mi café, pero mi esfuerzo fue notoriamente en vano, así que buscaré una cama en este lugar desconocido, y esperaré a que mañana alguien me explique que sucedió.

...

Me acabo de despertar lavándome la cara en un baño totalmente desconocido, tan desconocido como la imagen que se reflejaba en el espejo, salí afuera y la mañana (creo que es de mañana) estaba gris, no recuerdo nada, no se si estoy en Montevideo, Buenos Aires o Arabia, nunca en mi vida pisé esta casa, pero al cerrar las ventanas de la habitación vi que había una máquina de escribir chupándole los talones a una hoja con un texto sin punto final, al que me tomé el atrevimiento de continuar. Parecería como si en el estuviera escrito lo que me está pasando, además, el balcón, una furiosa tormenta, los cuadros de mi camisa, la taza de café y por sobre todas las cosas en la cabeza el rostro delicado de esa bella chica parada muy cerca de la ventana, mirando hacia fuera, en pijama, con una taza de café en la mano. No sabía que pensar, ¿lo habré escrito yo?, ¿a este mismo lugar vienen todos los que perdemos la memoria?, no, creo que no, me inclino más por la primera opción, porque ¿Cómo se explicaría ese recuerdo que invadía mi mente?. O sea que lo escribí yo, pero el problema fundamental es que estoy solo y no tengo a quien preguntarle, no he encontrado una puerta todavía, y la calle estaba desierta, supongo que es por el viento y el frío.
En el bolsillo izquierdo de mi pantalón tres monedas uruguayas, mi país natal, pero tal vez las traje conmigo a... quien sabe donde, en el bolsillo de la camisa una caja de cigarrillos importados y un encendedor, lo que me dio a entender que si, debo ser un fumador, así que haciendo honor a mi pasado desconocido encendí un cigarro en el balcón.
De repente, entre las hojas que volaban errantes por el viento aparece una pareja feliz bajo un solo paraguas, trato de gritarles y de mi boca no salió más que un desesperado susurro que no pudieron oír. Se ve que hace mucho tiempo que no hablo con nadie, no se hace cuanto que entré en coma ni se cuanto tiempo pasó desde que escribí el texto en la página ahora un poco amarillenta, y las cuerdas vocales se secaron y se acostumbraron al silencio.
Mientras ensayaba incansablemente para gritar con fuerza, sentí un alboroto en la calle y me asomé, no eran más que un grupo de jóvenes, más bien niños, alcoholizados que no se percataron de mis llamados. Me quedé ahí, parado, como al principio de la historia que quizás yo escribí, pensando en que sería de mí si esta rutina se seguía dando y cada mañana no podía recordar quien era, hasta que vi una pareja de ancianos (que seguramente durmieron en una sola cama la noche anterior) pero no pudieron oír mis lamentos por culpa de su sordera.
No sabía que hacer, tenía sueño, pero esta vez temía despertarme al otro día sin saber nada, así que me mantuve despierto. Una hora más tarde aproximadamente, aparecieron las ganas de fumar y esta vez, al salir al balcón me lleve una gran sorpresa, la lluvia se había calmado, las nubes parecieron diluirse transformándose en cielo azul y en la ventana de la casa de enfrente, a la misma altura, se encontraba la chica hermosa, casi perfecta, que creía recordar con su taza de café aparentemente vacía y su pijama rozado, desempañando los vidrios con sus pequeñas y delicadas manos cuando me vio.

2 comentarios:

ineditocom dijo...

Tal vez por ser de un amigo y teniendo en mente aquel viejo dicho, que dice algo si; como que " nadie es profeta en su tierra" Es común que despreciemos lo que estamos leyendo pero sin duda que este cuento paso por encima de todas esa adversidades por que no de la incredulidad. Entre nosotros Nico ¿piraste con ese cuento? ¿que te fumaste?
Felicitaciones ¡!!!!!!!!!!!

hojas de todos dijo...

ehhh... me alegro muchisimo q te haya gustado el texto y me encantó tu comentario, pero me encantaría saber de quien viene, pero muchisimas gracias igual

nico