Sería tan fácil, y a su vez
tan poco reprochable,
acostumbrarse a esta rutina
de pasión derrochada.
Adictiva y secreta jerga nocturna
con desfiles de lencería
y luces apagadas.
Mientras las mentiras blancas
cada vez se tornan más oscuras
y todo se vuelve incontrolable,
el juego continúa irremediablemente,
arrastrando errores
en la bola de nieve.
Haciendo a un lado
compromisos y barreras
los cuerpos se encuentran en el aire
y se tocan
y se besan,
se entrelazan,
y se sienten como nunca.
Se dicen palabras sin sentido
(ni importancia) en este juego
de verdad o consecuencia.
Analógica partida de “damas” este mundo
donde los unos se comen a los otros,
mal parados.
Luego todo se prende fuego
y se impregna de un aroma cuasi-repugnante.
Vuelan besos, y se aprontan para dormir.
Cada cual por su lado.

sábado, 15 de septiembre de 2007
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