Niña, no te asustes
que ya está por amanecer.
Olvídate de las bocinas,
las computadoras, la contaminación.
A tres horas de haber cerrado
el último bar con olor a confianza
y cinco (o seis) cervezas después
(donde aún permanecíamos,
derritiendo parafina del lado de afuera),
se decretó un exilio hacia la playa.
Deja de pensar en agendas,
relojes, y gente que camina cabeza agacha,
toma esta imagen del mar
levemente iluminado por la luna
como velador,
llena tus pulmones de este aire
para llevar un poco
a la gris jungla de cemento.
Llénate de esta música
de grillos, olas y viento.
El cielo comienza a hacer uso
de su paleta de colores
llenándose de rozados, violetas,
celestes (escuela), amarillos
y muchas pastas más.
Todavía queda alguna estrella
visible al oeste
y los primeros pescadores
salen a desenredar sus redes
con los ojos entrecerrados y un poco de resaca.
El cielo comienza a disolver
algunos de esos colores,
pero sin perder su magia,
y el sol,
más grande que de costumbre
termina de salir de la cuna del mar
parcialmente oculto detrás de alguna pequeña nube
matizada en cientos de gamas.
miércoles, 11 de abril de 2007
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1 comentario:
Tus trabajos están bárbaros nico... pero este en particular me encanta... cuando tengo ganas de recordar un hermoso lugar es sólo cuestión de leerlo y estoy ahí... bueno disculpa por las choteras que digo... un beso... cuídate!
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