A no más de quinientos minutos
de que te escribí la última carta
insisto en esto.
Ahora la sombra se hace cada vez mas larga
y ridícula,
de a poco se oculta el sol
y esta es la tercera vez
que veo el mismo atardecer
(antes y después de la duna).
Más solo que acompañado
y en silencio,
sin ganas de hablar con nadie
que no seas tu.
La pequeña península
De pocos ranchos y faro
Aun está iluminada
Y vestida de anaranjado.
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