Bordoneando cosas sin sentido
en un cuarto pasajero,
el olor a incienso mezclado con humedad
y ruidos ruidosos al otro lado
de la gran puerta de madera
de casa antigua.
Un día nublado para mi cabeza,
pero con dos libros nuevos en mi biblioteca.
El miedo a salir al exterior se hace casi insoportable,
y me refugio en esta cueva,
solo,
con mis cosas,
mi lápiz, mi libreta, un cigarrillo encendido
y una fotografía que no me logra conmover.
Sanando heridas van saliendo acordes
enganchados con palillos,
y la taza de café deja caer un par de gotas
por el costado con asa rota
manchando algún escrito ya manchado.
De repente se apagan todas las luces,
y queda una escalofriante oscuridad
salvo por dos puntos anaranjados,.
pero desgraciadamente,
esa calma no duró más de cinco segundos
que se llenaron de música y silencio.
La boca de mi acompañante de madera
no se aburre de cantar sonetos
y acompañar recitando poesías
que modelan en lomos
autores reconocidos y desconocidos.
Y la cama aún sin tender, me espera,
Sola,
vacía.
jueves, 12 de abril de 2007
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