miércoles, 26 de marzo de 2008

Dormida (Nicolás Gramajo)

Como una entelequia
su ser desnudo, frágil,
se sumerge en mi colchón.

La piel suave y tensa
recorre su cuerpo
como mis duros dedos.

Su delicado perfume innato
impregnándose en mis sábanas
y ese cuadro pintándose
en las paredes de mi recuerdo.

Por sus muslos relajados,
hormigueos,
y el corazón bombeando,
bombeando sangre hervida
a toda máquina.

Perfecta, exacta, dormida
con mi brazo de almohada,
descansa.

Con rasguños y mordiscos
la miro fascinado,
como a un espejismo.

Y la cama descansa a su par
mientras la mañana
trepa sigilosa la ventana.

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