Una palmada en el hombro
y el ensordecedor chillido del silencio,
solo eso quedó de aquel pacto.
Nunca mas supe nada de ella
supongo que supo esquivar las balas.
que supo donde escondérsele al dolor.
Solo tres peguntas y dos respuestas,
la tercera se contestó sola,
una mirada al pasto y un gran mutismo.
Una supuesta verdad, con miedo,
una sutil y desgarradora mentira
y un afilado silencio que atravesó mis costillas.
Ese era todo el cargamento de mi mochila,
la que esperaba un largo viaje
sin paradas ni distracciones.
Sin un beso de despedida me fui,
caminando solo, por rutas ya transitadas
ahora llenas de pozos y desengaños,
mientras ella quedó esperando
el próximo tren que la deje frente a su puerta,
sin pena ni neuralgia.
viernes, 25 de enero de 2008
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