Es amargo el polen amarillo
que llora la triste margarita
mientras se ve morir
adornando un florero,
con los pétalos arruados y recogidos,
queriendo así abrigar su centro,
como quien cuida un hijo.
Mirando hacia un costado,
viendo a sus hermanas morir
sin poder hacer nada,
sufriendo su impotencia
y viendo pasar las pilas del reloj
en la habitación desolada,
esperando su cercana
e inevitable muerte marrón,
mientras recuerda su pasado
en el jardín de las maravillas,
dándole los buenos días
al sol y la tierra,
a sus bichos y pestes,
alimentando abejas y picaflores
que osaban chuparle la sangre.
Prefería morir sola
o antes que las demás,
pero no quiere seguir cargando
con tanta muerte en sus ojos,
prefería morir inventando
la buena o mala fortuna
de un ingenuo enamorado,
pero no agachando la cabeza,
colmándose de pliegues,
suicidando su belleza
sin testamento ni legado,
sin descendencia ni fuerzas.
viernes, 25 de enero de 2008
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