martes, 13 de mayo de 2008

Tronos vacantes (Nicolás Gramajo)

Ya es tarde,
cerraré ventanas y postigos,
presiento que nadie
se precipitará a robarme el sueño,
al menos por esta noche.

Procuraré dormir,
rodeado por los escombros de mi vida,
revoloteando como duendes.
En un cofre, tras cadena y candado,
candado y cadena,
mi alegría sin trucos.

Ya sin esperanzas de
un timbre que estremezca el silencio,
que lo parta en dos,
un llamado, un grito,
un pedido de ayuda,
al menos una enfurecida blasfemia,
algo que me despabile.

Lleno de cadáveres postrados
en las paredes de la habitación,
paredes obligadas callar,
sin afinadisimos tacos
que estrujen las tablas del suelo
ni mariposas que apaguen el sádico despertador.

Con un pasado tatuado en nuestro tiempo,
indeleble,
con cicatrices ya cerradas
y heridas todavía abiertas,
en el tedio, el ocio
de la noche fría,
de la cama vacía,
del rojo trono, intacto.

Revolveré en mis sueños
por migajas de pan,
esperaré en la oscuridad, sigiloso,
a esa hada maldita,
que con sierras y motosierras,
palabra tras palabra me despedaza.

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