Para aquellos años
la revolución estaba enjaulada
en la propia piel de cada ser,
pero esporádicamente se podía
sentir distorsionar alguna guitarra,
algún saxofón derramando lágrimas
de melancolía, y al compás de la música,
sirenas y balazos como metrónomos
al otro lado del río.
Sin embargo al este
cobardía y música disco.
Ahora flores en tumbas vacías,
pañuelos secándose al sol
y camas armadas en cuartos intactos,
con telas de araña y polvo,
esperando.
Panzas llenas desaparecían
y al tiempo madres de mentira
enseñaban las armas de papá
a chicos inocentes.
Prisiones llenas de gente afortunada,
castigos, y dolor;
el verde de los jardines
no se debía al pasto,
y las botas no eran ni de goma
ni para chapotear bajo la lluvia.
Librerías sin libros,
disqueras sin discos,
periódicos sin periodismo
y noticieros sin noticias.
Gente gritando goles en los balcones
y en el apartamento de al lado
se lloran ausencias.
Como Venecia las calles
pero con marea roja,
despobladas o llenas de miedo,
y los gondoleros no llevaban
parejitas felices y enamoradas.
Los humanos derechos
No se dan con los
Derechos humanos
lunes, 26 de marzo de 2007
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